VIAJE A LISBOA
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Primer día.-
Salimos de Piedras Blancas a las 7 de la mañana. Y a las 7:20 recogemos en Avilés a los que se incorporan desde allí.
Tras lo dicho, emprendemos de nuevo la marcha. La gente pide música, pero no hay, debe ser porque estamos en Semana Santa. Tampoco hay películas. Alguien reparte unos caramelos. Al pasar por Ciudad Rodrigo se desata una gran tormenta: lluvia, oscuridad,… Y casi sin darnos cuenta llegamos a Fuentes de Oñoro, lugar donde nos detenemos una hora para comer.
Llegamos a Lisboa a las 7 por nuestro reloj, una hora menos allí. Nos acomodamos en el hotel y de nuevo quedamos convocados para las 7. La cena se servirá a las 9. Hasta esa hora, aprovechamos el tiempo libre para visitar los alrededores, la Plaza de toros, convertida en galería comercial, y otras zonas anexas… Después de la cena, cada uno hace su plan: café, partida de cartas, paseo,… Y a dormir
Segundo día.-
Suena el despertador a las 7 de la mañana, se sirve el desayuno a las 7:30 y a las 8:45 ya nos ponemos en camino. Hacemos una especie de visita panorámica pasando por la Plaza del Marqués de Pombal (importante personaje, según nos explica el guía),Plaza del Rossío, río Tejo (dicen ellos), Puente colgante, parecido al de San Francisco, con dos niveles de circulación: el de abajo para el tren y el de arriba para los coches y demás.
Dejamos a la izquierda el Palacio de la Cordelería, muy larguísimo, por cierto; la primera fábrica de electricidad, hoy convertida en museo, el Palacio del Gobierno, el Monasterio de los Jerónimos y enfrente, al lado del Tajo el monumento a los Descubridores, la Torre de Belem…, a lo lejos un faro en medio del agua que unido al castillo de San Pedro de forma imaginaria señalaría el límite entre el mar y el río…, un edificio con muchas banderas, que nos dijeron que era el centro de “inteligencia” de la OTAN…, surfistas en una playa …, y dejamos atrás Estoril y más adelante Cascais.
Paramos para visitar la Boca do Inferno, una especie de cueva a la que se le derrumbó el techo y que en días de mucha mar debe de producir un ruido temeroso, semejante al aullido del diablo, pero hoy no era un día de esos y nos conformamos con hacernos unas fotos. Más abajo paramos de nuevo, siempre en Cascais, estiramos las piernas, tomamos un café y nos dirigimos al Palacio de Queluz.
Este Palacio, que en algún momento se le comparó con el de Versalles, en París, lo visitamos de manera gratuita. Por dentro está muy bien, los jardines un poquillo abandonados y por fuera, necesitado de un retoque.
Y a todo esto, se llegó la hora de comer. De nuevo para el hotel y a las 14:45h, otra vez al bus, pero esta vez para dirigirnos a Sintra. Allí visitamos el llamado Palacio Nacional, del que destacan entre otras dependencias unas cocinas con unas chimeneas muy particulares, así como utensilios de cocina de grandes tamaños. Luego se pudo pasear, comprar algún recuerdo, tomar algo en el “Café Paris” y degustar sus famosos “Traveseiros” y “Queisadas”
Y de regreso, gran chaparrón, mientras esperábamos el autobús.Y, sorpresa, nos dirigimos al Casino de Estoril. Breve visita que nos sirvió para contemplar infinidad de máquinas tragaperras, muchas ruletas, muchas mesas de bacarrá ¿se dice así?... y muchas fichas en juego. Pero…¡siempre gana la casa, señores!
Ya en el hotel, pronto se llegó la hora de cenar y tras la cena, diversidad de actividades: paseo, cafés,… ¿Y a la camina!
Tercer día.-
Diana a las 7:30h, desayuno a las 8h, y salida a las 9h. De nuevo una ruta panorámica en la que vemos la Embajada de España, además de las diversas plazas citadas con anterioridad, a las que añadimos la Plaza del Comercio.
También de nuevo vemos las DOCAS, en otro tiempo naves en las que se almacenaban los productos de ultramar y hoy en día convertidas en restaurantes o locales de música y “movida” nocturna.
De nuevo vemos el “Puente 25 de Abril”(el gemelo del de San Francisco) ya citado también y nos dirigimos a ver y visitar el Monasterio de los Jerónimos, bella obra arquitectónica de estilo manuelino, como la mayoría de los monumentos que visitamos, y donde se puede visitar la iglesia y los famosos claustros.
Sólo tenemos tiempo de ver la iglesia y acto seguido rendimos visita a la pastelería donde se elaboran y venden los famosos “pasteles de Belem”, desde el año 1837,creí ver. Acto seguido nos dirigimos andando hasta la “Estela de los descubridores”, bello y gran monumento, y desde el que se observa a lo lejos la famosa Torre de Belem que, en tiempos antiguos, quedaba en medio del río.
Hacia ella nos dirigimos en el bus y tras hacernos unas fotos por fuera, ya que por dentro no hay nada, de nuevo hacemos una panorámica desde el autobús, pasando por Alfama, el Chiado, la plaza del Rossio… Y a comer al hotel.
Tras la comida, sin apenas reposo, salimos en dirección a Mafra, en donde vamos a visitar la Real Abadía de Santa María de Mafra. El guía hace un poco de historia sobre su origen y fundación. Parece ser que los monjes franciscanos intercedieron ante Dios para que la reina Ana de Austria, esposa de Juan V, tuviera descendencia tras muchos intentos en vano
Y a fe que lo consiguieron, la niña recibió el nombre de Bárbara de Braganza, por lo que los reyes mandaron construir este Monasterio grandioso, aprovechando además las grandes riquezas que proporcionaban las colonias, sobre todo el oro de Brasil.
Algunas curiosidades: se tardó en construir quince años, participaron en los trabajos unos 45.000 obreros y 7.000 soldados. Dirigió las obras un arquitecto llamado Federico Lubing. Y consta de cuarenta mil metros cuadrados edificados, su fachada mide 235m y tiene en los extremos dos grandes torreones de estilo indú, una en la zona que ocupaba la reina y la otra, en la que ocupaba el rey, y otra en el centro con el campanario, donde se alojan un total de 114 campanas, algunas de más de 2 toneladas de peso.
Tiene 28 patios, 4.500 puertas, 300 celdas, 800 habitaciones… Fue inaugurado en el año 1730 y en el año 1771 el Marqués de Pombal expulsó a los jesuitas y a los franciscanos y se lo entregó a los agustinos.
En la desamortización pasó a manos del ejército, ya que se encuentra situado en una zona clave. Y parece ser que en la Revolución del 25 de los claveles, algunas unidades salieron de aquí.
De la visita lo que más llamó la atención, en general, fueron las celdas de lo monjes, el hospital que tenían para los más enfermos, la Biblioteca, con unos 40.000 volúmenes, algunos de valor incalculable y la manera que tenían para combatir las polillas…, con murciélagos. De los jardines sólo tuvimos un poco de tiempo para visitar una noria y poco más.
De allí nos dirigimos a Sobreiro, pequeño pueblecito donde un personaje, llamado creo José Grana, ya fallecido, logró reunir materiales suficientes para construir una especie de museo etnográfico, donde pasa revista a profesiones artesanas y recoge sus herramientas y útiles; muy interesante; además, de entrada gratuita y donde, al final, pudimos degustar una especie de bollos preñados de chorizo y unas jarritas de vino.
Y desde allí para el hotel, donde nos sobró un tiempo hermoso que bien pudimos haber aprovechado para completar la visita al monasterio de Mafra.
Cuarto día.-
Es el día libre en Lisboa. Cada uno lo planificó a su modo y manera. Pero casi todo el mundo disfrutó de la zona donde se ubicó la Expo, paseó por las plazas del Rossío, Restauradores, por el Barrio Alto, por el Castillo de San Jorge, por el Chiado, etc. Y se subió en el elevador de santa Justa, calle que une la Baixa Pombalina con el Chiado. Parece ser que fue diseñado por un tal Raoul Mesnier de Ponsard, se piensa que discípulo o seguidor de Gustave Eiffel, el de la torre de París. Tiene unos 45 m. de altura.
Unos durante la comida y otros durante la cena, también pudimos disfrutar de los Fados, esas canciones melancólicas que tantas ganas teníamos de escuchar en directo.
Ultimo día.-
Madrugamos un poco más, a las 6:45 h y a las 8:00 ya estábamos en camino. Día con música andina, para que la gente se relajara en el bus y deshicimos el camino de la ida con las mismas paradas. Reseñar la breve tormenta con que nos obsequió la aproximación a la villa de Benavente.
Llegamos felizmente a nuestro destino a las 20:15 h los de Avilés y unos 20 minutos más tarde, los de Piedras Blancas.
¡Enhorabuena a todos por el feliz desarrollo del viaje!
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